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martes, marzo 26, 2013

Un pasado a la carta

Y al fin llegó tan ansiado delirio. Os cuento. El otro día atendí a una entrevista de tantas, no recuerdo el medio, y cuando me pidieron que contara una de mis anécdotas taxiales, me vino a la cabeza una en concreto y la conté con todo lujo de detalles. El caso es que después recordé que, en su día, aquella anécdota me la había inventado de principio a fin para este blog. No era real, pero yo la describí ante ese medio convencido de que sí lo era, recordando incluso la descripción física y los gestos exactos del usuario en cuestión.

Lejos de preocuparme, aquello me pareció un milagro. Cuando llegas al punto de confundir ficción y realidad y empiezas a tener recuerdos nítidos de ficciones creadas por ti, resulta tentador construirte un pasado a la carta, restando traumas y sumando logros a tu antojo. Imagina que reescribes tu propia infancia y adolescencia, y el lugar de aquel niño que te pegaba en los recreos te inventas que le pegabas tú a él, y la chica fea que te desvirgó la conviertes en princesa, o tu fracaso escolar encum laude. Imagina que así enmiendas tus pecados: reescribiéndote con tono realista un pasado paralelo.

Imagina la pasta que me habría ahorrado en psiquiatras (y en alcohol) de haberlo sabido antes.

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