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martes, octubre 01, 2013

Una vez más el amor, pero esta vez con lotería incluida

El día de su primer aniversario, Paco regaló a su esposa Esperanza un décimo de lotería cuyo número coincidía, día, mes y año, con su fecha de bodas. A ella le pareció un detalle de lo más romántico, así que le propuso continuar comprando ese mismo número, semana tras semana, durante el resto de sus vidas. Paco aceptó la propuesta de Esperanza, pero con una condición: que se alternaran al comprarlo. Una semana se encargaría ella, y a la semana siguiente se encargaría él como muestra de su amor recíproco. “La semana que te olvides de comprar el décimo, entenderé que habrás dejado de quererme”, le dijo Paco a Esperanza en tono de broma. “Eso no pasará nunca”, respondió ella.Así pasaron 27 años, comprando todas las semanas el mismo décimo, una semana ella y a la siguiente semana él, sin que les tocara nada de importancia, apenas lo jugado raras veces, pero sin desistir jamás en su empeño. Tuvieron que pasar, como digo, 27 años, para que la suerte les jugara una doble y tragicómica jugada: Justo ayer, estando Paco en el trabajo, tomó un momento el periódico para buscar, como cada semana, la sección de loterías, y de súbito se le cayó el café. Ahí estaba: era el suyo. Además, esa semana el premio traía bote, lo suficiente como para retirarse y vivir holgadamente durante el resto de sus vidas. Soltó un alarido y de inmediato llamó a Esperanza:
-¡Amor! ¡NOS HA TOCADO! ¡POR FIN SALIÓ NUESTRO NÚMERO!
Ella, sin embargo, enmudeció.
-¿Espe?, ¡contesta, Espe!, ¿qué te pasa?
Tras unos segundos de angustia entrecortada, Esperanza reconoció que, por primera vez en 27 años, había olvidado comprar el décimo.
Lo asombroso de esta historia viene ahora. Lejos de montar en cólera, Paco se asustó:
-¿Olvidaste comprar el décimo? ¿Eso significa que ya no me quieres?
-Entendería que me dejaras.
-No has contestado a mi pregunta. ¿ME QUIERES, O NO?
-Te quiero más que nunca, Paco. Sólo fue un olvido. Espero que algún día sepas perdonarme -dijo ella entre sollozos.
Nota: Paco, usuario de mi taxi, me contó todo esto instantes después de que sucediera, en el trayecto comprendido entre el trabajo y su casa. Poco antes de llegar me pidió detener el taxi un momento en una floristería. Quería comprar un ramo de rosas para Esperanza.

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