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viernes, septiembre 30, 2016

Los finales felices no existen porque las buenas historias nunca terminan. Aunque pase el tiempo, hay palabras, momentos y sentimientos que nunca se olvida

Hay personas que se convierten en un "antes y después" en nuestra vida

Contar o no contar

-Cómo que le contaste a tu aventura a tu marido? Te volviste loca?La pregunta de Carolina era pertinente. Romina le acababa de contar que le había confesado a su marido que estaba enamorada de otro hombre.
-Esas cosas no se cuentan, amiga, -continuó. -Se las vive y lleva en el corazón, toda la vida. Algún poeta se preguntaba a dónde iban a parar los amores prohibidos cuando se morían… Al fondo del océano?
El problema era que para Romina ese amor prohibido no estaba muerto; vivía mas que nunca. La que sí estaba muerta de contrariedad, disociación y sufrimiento era ella. No aguantaba más esta vida dual, con su adorada familia por un lado y su verdadero amor por el otro, como dos puntas irreconciliables. Por qué la vida hacía estas cosas?
-Aparte, los que siempre hablan de mas son los hombres. Inconscientemente necesitan mostrar y presumir que se acuestan con otras mujeres así que siempre se termina enterando medio mundo. En cambio, nosotras somos mucho más discretas y cuidadosas con esos temas. Por eso las estadísticas muestran que los hombres son más infieles cuando en realidad no es tan así. Sino, con quién son infieles? Con mujeres que viven en Venus, porque las del planeta Tierra son todas correctas?
Romina escuchaba a medias a su amiga. Sentía que estaba en otra frecuencia. Lo que Carolina decía aplicaba para una aventura, un amante. Pero no tenía nada que ver si se trataba de un verdadero amor prohibido, de esos que parten la cabeza. Ahí ya no había más especulaciones. Solo había una fractura interior que parecía no cerrar nunca.
-Estamos hablando de temas distintos, -dijo Romina en voz baja, aunque frenando en seco a su amiga. Carolina escuchaba con atención.
-Te acordás de Manuel?
-Tu novio de la facultad?, -arriesgó Carolina.
Romina asintió con la mirada perdida. Luego dijo:
-A él lo dejé por mi actual marido, de quien me enamoré mal cuando estábamos por recibirnos.
-Me acuerdo perfecto, -dijo Carolina. -Pero qué tiene que ver con esto?
-Todo…
Romina le contó a su amiga que cuando estaba de novia con Manuel y se enamoró de quien luego sería su marido, estuvo un año peleando la situación, hasta que se volvió intolerable. Entonces tomó la decisión de dejar a su novio sin mayores explicaciones. Ya había pasado un año con los desencuentros propios de la doble vida, así que tampoco era una decisión que nadie pudiera prever.
Sin embargo, siguiendo el manual de procedimientos de estos casos, Romina le ocultó que lo dejaba por otro. Tenía pánico de mirar a los ojos a su novio y contarle esa verdad cruel. A su vez, la sabiduría popular sostenía que no había que contar estas cosas, reforzando su postura.
Como parte de esos enigmas que la vida siempre plantea, el resignado novio le había dicho una sola cosa: -Solo te pido que no salgas con Emilio.
Romina se había quedado helada porque era justamente Emilio de quien ella estaba perdidamente enamorada. Como se habría dado cuenta su novio? Solo intuición? Atinó a balbucear que no podía decirle cómo seguir su vida. No podía tomar un compromiso que tenía la certeza que incumpliría.
Cuando dejó a Manuel, Romina intentó mantener su nuevo romance en la clandestinidad. Sin embargo a los pocos meses salió a la luz. Unas semanas más tarde la llamó su ex, y en una breve pero imborrable conversación, le dijo: -me cagaste; al final todos nuestros problemas eran porque estabas con otro.
Romina quedó estupefacta, y después de cortar el teléfono se quedó sentada en el sillón llorando un largo rato. De poco importaba que estuviera feliz con su nueva relación. Se sentía como el apóstol Pedro luego de que el gallo hubiera cantado tres veces. Era una traidora. Tardó años en procesar esa situación, la culpa de haber dejado a su novio por otro, la la doble vida y sobre todo, la mentira del final.
-Por eso, disociar aquella experiencia de este presente que vivo es imposible. No quería volver a vivir la situación de que un día me llame mi ex marido, y me diga que lo cagué. Prefiero decirle la verdad de entrada, yo misma.
Carolina escuchaba entre maravillada y atónita. Por un lado admiraba el coraje de su amiga. Por el otro, evaluaba las imprevisibles consecuencias que dispararía aquella verdad. Qué dosis de verdad eran capaces de tolerar las personas? Cuál era el límite entre una mentira piadosa, para ayudar a alguien a que el impacto fuera menor, permitiéndole recuperarse más rápido, y una mentira inaceptable, o más aún, una traición?
Pese a los esfuerzos que hicieron ambos, Romina y Emilio terminaron separándose. Él quedó muy dolido, así que durante largos años todo fue extremadamente difícil. A la dificultad estructural de cualquier separación, se le sumaba el golpe en su autoestima, y su resentimiento que parecía no sanar nunca.
Años después, ambas amigas tomaban un trago al atardecer. Romina se quejaba de la difícil interacción con su ex.
-Nada de esto hubiera pasado si no le contabas la verdad, -dijo Carolina.
Romina escuchó aquellas palabras contrariada. Sabían que eran ciertas. Sin embargo, tenía paz interior.
-A veces tenemos que elegir entre lo fácil y lo correcto. Seguro que lo que elegí no fue lo más conveniente. Pero Emilio y yo no nos merecíamos terminar así. Veinte años juntos, dos hijos, miles de cosas compartidas, no podían terminar con una mentira.
Carolina escuchaba con atención a su amiga que buscaba ponerle palabras a algo difícil.
Seguramente mi vida hubiera sido más fácil. Pero no tendría paz. Podemos engañar a todos, pero no podemos escaparnos de nosotros mismos. Y a determinada edad, ciertas mentiras nos roban la vitalidad, mientras que la verdad siempre produce vida. Y yo elegí vivir, -concluyó.
http://bit.ly/2dew7Hp

Nunca te des por vencido en aquello que te hace pensar todos los días.

Si alguien es lo suficientemente estúpido para alejarse de ti, sé lo suficientemente inteligente para dejarlo ir.

En la vida no tienes que ser el mejor de todos sino el MEJOR de TI MISMO. #DoWhatYouCant

“El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo”. André Malraux

Aunque nadie puede volver atrás y comenzar de nuevo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y conseguir un nuevo final.

miércoles, septiembre 28, 2016

Carta que le envió Einstein a Marie Curie

En noviembre del año 1911, Marie Skłodowska-Curie se encontraba a sólo semanas de recibir el Premio Nobel de Química. La primera vez que recibió un Nobel fue en 1903, en el área de la física y por lo que sería la primera persona en recibir dos premios en la historia de estos. Curie es, hasta la fecha, la única persona que ha sido reconocida en dos ciencias diferentes. A pesar de que su trabajo científico debiese haber sido lo único que interesara a las personas, parecía que a muchos les preocupaba más su vida personal.
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Su esposo Pierre Curie había fallecido en 1906, dejando viuda a Marie. Luego de unos años se vio involucrada en una relación romántica con el físico Paul Langevin, quien había sido un estudiante de doctorado de Pierre. La relación causó problemas en la casa de los Langevin, debido a que no estaba separado legalmente de su esposa, pero nada se comparó con la reacción del público.
Curie, Langevin y cerca de otros 20 científicos fueron invitados a una conferencia a la que sólo se accedía a través de invitaciones que fue llevada a cabo en Bruselas en el otoño de 1911. En este tiempo, la correspondencia amorosa de Curie y Langevin había sido entregada a la prensa por la esposa de éste, quien describió a Curie como una malvada rompehogares. Al volver a Francia, Curie fue recibida por una turba que rodeaba su casa y que aterrorizó a las hijas de esta. Curie y sus hijas debieron salir del hogar de manera temporal hasta que se calmaran los ánimos.
Albert Einstein había sido presentado por la científica en la conferencia de Bruselas, e indignado por los medios de comunicación, le escribió la siguiente carta, que fue descubierta por el astrobiólogo David Grinspoo, quien revisó los documentos de Einstein, hace poco puestos a la disponibilidad del público de forma online gracias a Princeton University Press.


Estimada Señora Curie:
No se ría de mi por escribirle sin tener nada cuerdo que decir. Me encuentro muy enojado ante la forma en que el público cree tener el derecho de involucrarse en sus asuntos y siento que definitivamente debo expresar este sentimiento. Sin embargo, estoy convencido que odia a esa multitud, sea que la respeten con generosidad o que deseen saciar su deseo de sensacionalismo con usted. Me siento en la obligación de decirle lo mucho que admiro su intelecto, su propósito y su honestidad y que me considero afortunado de poder haberla conocido en persona en Bruselas. Todos aquellos que no forman parte de esos reptiles están muy felices, tanto ahora como antes, que personajes como usted y Langevin formen parte de nosotros ya que son personas con las que uno se siente privilegiado de estar en contacto. Si la chusma sigue hablando de usted, simplemente no lea los diarios y déjelos para los reptiles para quienes han sido fabricados.

Mis mejores deseos para usted, Langevin y Perrin.

Einstein.


Post Data: He determinado la ley estadística del movimiento de las moléculas diatómicas en el campo de radiación de Planck a través de una ocurrencia cómica, naturalmente bajo la limitación de que el movimiento de la estructura sigue las reglas de la mecánica estándar. Sin embargo las esperanzas que tengo de que esta ley sea válida en la realidad son muy pequeñas.

* Nota: “Perrin” se refiere a Jean Perrin, un amigo de la familia de Curie y Langevin quien defendió a Curie en aquella época.

viernes, septiembre 23, 2016

Aclarando ideas

—Hablas de él como si se hubiera muerto. —No, no, él solo se fue. Quién se murió fui yo.

No le creas, esto no va para mejor

La emocionante carta de un enfermo de Alzheimer a su mujer


Querida Julia:

Te escribo ahora, mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el que amanece a tu lado.

En estos viajes de ida y vuelta cada vez paso más tiempo al otro lado y en uno de ellos, ¿quién sabe?, temo que ya no habrá regreso.

Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre. Por si mañana ya no puedo decirte cómo admiro y valoro tu entereza, este empeño tuyo por estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo, como siempre.

Por si mañana ya no fuera consciente de lo que haces. Cuando colocas papelitos en cada puerta para que no confunda la cocina con el baño; cuando consigues que acabemos riéndonos después de ponerme los zapatos sin calcetines; cuando te empeñas en mantener viva la conversación aunque yo me pierda en cada frase; cuando te acercas disimuladamente y me susurras al oído el nombre de uno de nuestros nietos; cuando respondes con ternura a estos arranques míos de ira que me asaltan, como si algo en mi interior se rebelase contra este destino que me atrapa.

Por esas y por tantas cosas. Por si mañana no recuerdo tu nombre, o el mío.

Por si mañana ya no pudiera darte las gracias. Por si mañana, Julia, no fuera capaz de decirte, aunque sea una última vez, que te quiero.

Tuyo siempre

T.A.M.R.

martes, septiembre 20, 2016

La actriz de ‘Matilda’ habla de lo que descubrió después de la muerte de su madre

Fue mi hermana pequeña, Anna, la que encontró el bolso.
“¿Era de ella?”, nos preguntó.
Han pasado 20 años desde que murió nuestra madre. Veinte desde el día de su funeral.
No estábamos buscando recuerdos; solo estábamos limpiando la cochera. Yo había descubierto una pintura del personaje de Roald Dahl que da título al libro Matilda, dedicado a mí por su ilustrador, Quentin Blake. Anna se encontró una tarea de redacción de segundo grado, en la que asentaba que de grande quería ser “una chica de la escuela de arte” pero también “estudiar las conchas y las emociones”.
Unos días antes en esa misma semana, mi hermana y yo habíamos visitado la tumba de mi madre; era la primera vez que yo lo hacía. Había sido una hija, esposa y madre amada: “dedicada a sus hijos”, se lee en la lápida. Yo tenía 8 años cuando ella murió. Mis hermanos tenían 17, 15 y 13. Anna apenas había cumplido 3.

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“Dime cosas que recuerdes de ella”, me había dicho Anna cuando nos sentamos frente a la tumba. No quería que le dijera las cosas importantes que ya sabía, sino las pequeñas, las del día a día.
“Su película favorita era Los viajes de Sullivan. Odiaba Love Story. Hablaba quedito, pero podía cantar con voz de soprano. Su caligrafía era tan bonita que ella misma escribió a mano las invitaciones para su boda. Me ayudaba a escribirle notas al Ratón Pérez y le ponía trocitos de queso. Se comía los tomates como si fueran manzanas”.
Mi madre era conocida como la única integrante del concejo del Distrito Escolar Unificado de Burbank que podía utilizar dos improperios en una sola oración. Al parecer, mucha gente pensaba que era intimidante, pero después de su muerte varias personas nos dijeron: “Tu madre era mi mejor amiga”. Tenía talento y un don histriónico, pero nunca tuvo una carrera. En su lugar, tuvo cinco hijos. Ninguno de nosotros podía imaginar a nadie que fuera más listo o más fuerte que ella.
Me convertí en niña actriz a los 5 años, y después de mi éxito inesperado, mi madre asumió el papel de mi representante. Ella nunca se habría llamado a sí misma de esa manera (su mayor miedo era que la etiquetaran como la típica mamá de niño artista) pero es lo que era, y lo hacía muy bien. Nunca me perdía de vista en los sets de rodaje. Yo estaba ahí para desempeñar un trabajo, y ella estaba ahí para asegurar que yo lo hiciera de manera segura y me lo tomara en serio. De todos nosotros, quizá ella y yo fuimos quienes pasamos más tiempo juntas. Estoy muy agradecida por ello, pero todos los días me arrepiento del tiempo con ella que le quité a mis hermanos.
Nuestro padre se casó de nuevo cuando yo era adolescente, y a Anna la adoptó nuestra madrastra, a quien ella le dice “Mamá” o inay, la palabra en tagalo para decir madre. Desde entonces Anna ha adoptado algunos gestos y expresiones de nuestra madrasta, como decir “cerrar la luz”, o comer con tenedor y cuchara, en lugar de tenedor y cuchillo. Recuerda muy poco a su madre biológica. De niña, una vez me dijo: “Acabas de hacer una cara como la de mamá”, y en otra ocasión lloró cuando le canté una canción que nuestra madre solía entonar, pero parecía que eso era todo lo que podía recordar. Durante mucho tiempo, solo tuvo una foto de ella con nuestra madre, y ninguna de ellas dos solas.
Subimos el bolso con nosotros. La piel estaba muy gastada y el broche no cerraba bien.
“Nunca cerraba bien sus bolsos”, dijo mi hermano. Sonreí. Yo tampoco lo hago.
Empezamos a ver qué había en él con mucha delicadeza. Lo primero que encontramos fue una agenda. Con su letra, había entradas con los datos de personas como Sally Field y Danny DeVito, mis primeras coestrellas. Una semana antes de lo que sería su último día, había escrito: “Volar a D. C.”.
“Oye, es cierto”, dijo mi hermano. “Se suponía que iríamos a Virginia. Pero…”
Encontramos un maquillaje sin abrir y un frasco lleno de medicina para tomar “según se requiera”. Hallamos una foto de un gurú y una nota de un instructor de yoga. Cuando la medicina tradicional no pudo detener el cáncer, nuestra madre recurrió a la medicina herbolaria y a la acupuntura. No sé si creía en ellas, pero parecían hacerla sentir menos incómoda. Excepto la vez que la encontré en la cocina, tirando un licuado por el caño. “Ugh”, escupió. “¡Aceite de pescado!”.
Del fondo del bolso sacamos un recibo.
“Es del día en que murió”, dijo nuestro hermano. “Recuerdo que platiqué con ella ese día antes de irme a la escuela. Esa mañana estaba lúcida. En la noche… ya no”.
También lo recuerdo. Quería preguntarles si creen que ella sabía, pero no pude hacerlo. “¿De qué es?”.
Él dudó por un momento. “Ropa para bebés de dos o tres años”.
Volteamos a ver a Anna. Estaba sentada erguida, la mirada hacia adelante.
“¿Puedo llevarme el bolso?”, preguntó finalmente, en voz baja. “Quiero que lo arreglen”.
Asentimos con la cabeza.
No sabemos qué habría sido de nuestra madre si no se hubiera dedicado a la casa y a criar a cinco hijos. No sabemos quién habría sido si hubiera vencido al cáncer, como nos había prometido hacer. Sin embargo, con ese último acto nos mostró quién era: una mujer entregada a sus hijos, hasta el final.
“¿Hay algo con lo que te quieras quedar?”, me preguntó Anna la mañana siguiente, antes de despedirnos.
Pensé en todas las fotos que hay de mí y de mi madre, en los años que yo pasé con ella y que Anna nunca tuvo.
“No, así está bien”, le contesté a Anna. “Quédate con todo”.

jueves, septiembre 08, 2016

Cartas a Milena - Franz Kafka

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«Quería lucirme ante ti, hacer gala de fuerza de voluntad, esperar antes de escribirte, despachar antes un acta, pero el despacho está vacío, nadie hace caso de mí, es como si se dijeran: Dejadle, no veis cómo cumple sus obligaciones, es como si tuviera un puño metido en la boca. Así, sólo he escrito media página y estoy otra vez contigo, echado sobre la carta como entonces, en el bosque, estuve echado junto a ti.»
Kafka conoció a la periodista Milena Jesenska, en abril de 1920, durante un viaje a Praga. Se hallaba en un café en compañía de unos amigos comunes. Durante la conversación, Milena le propuso traducir al checo dos de sus relatos. Así empezó su relación. Milena, mujer muy culta y de vivo temperamento, vivía en la Viena postimperial con su «matrimonio en lenta disolución»; Kafka, lo hacía en Praga. Sus encuentros sólo podían ser esporádicos. Las cartas ayudaron a superar la separación y se convirtieron en documentos de una pasión que fue creciendo a lo largo del tiempo que duró.
"Cartas a Milena" reúne la correspondencia que Kafka le dirigió a Milena Jesenska, entre 1920 y 1922. La primera carta comienza como una novela. Leídas todas juntas se convierten en una novela de amor apasionado y desesperado. Al margen de la poca frecuencia de sus encuentros, sus amores son esencialmente epistolares, como los de Werther o los de Kierkegaard. Las cartas no sólo nos muestran la transición de una amistad que empieza por intereses literarios mutuos para convertirse en sentimental, sino que revela también de forma excepcional la sensibilidad e intimidad emocional del autor checo. Kafka murió en 1924, Milena veinte años después, en el campo de concentración de Ravensbrück.

martes, septiembre 06, 2016

Aprendí

Quien no te busca, no te extraña.
Y quien no te extraña no te necesita
La vida decide quien entra en tu vida,
pero tú decides quien se queda.
Que la verdad ele una sola vez y
la mentira duele siempre.
Por eso valora ahora a quien te valora
y no trates como prioridad a quien te trata
como una opción...
Quien te lastima te hace fuerte;
quien te critica te hace importante;
quien te envidia te hace valioso;

La vida puede cambiar en instantes


Aquí Valentí Sanjuan, cuenta la historia de su vida, de cómo la muerte de su madre por cáncer le cambió su vida por completo.
Como ese día comprendió que todas las cosas que tuviera al alance de su mano las iba a coger y las que no y las quisiera, lo haría o al menos lo intentaría.
Dos meses después de la muerte de su madre le despedían de cataluña radio.
Dos meses después le despiden de una empresa que estaba montando con sus amigos.


Mes y medio después su novia le deja por un argentino.
Pierde a su madre, su trabajo, su novia, su dinero...
De todo esto aprendió algo muy valioso, que hay que vivir intensamente y hacer aquello por lo que se te pone el vello de punta.
"Creo que nunca había estado tan nervioso y emocionado. Dar charlas no es lo mío, pero cuando te piden que vayas a TED, la mejor cantera de charlas del Mundo, de la que durante años has sacado motivación e inspiración, uno no puede decir que no. Y menos en un auditorio de 1.000 personas. Otro sueño que tenía desde que era un chavalín, a la saca :))"